Hay un miedo cierto a que Camps estalle en plena campaña electoral. Lo saben en Génova y por eso esperan. Todo lo cual nos indica que este asunto de los trajes (con su derivación en cohecho impropio según la fiscalía) se está convirtiendo en un sainete valenciano.
El sainete es una pieza dramática jocosa de carácter popular que sustituyó al entremés. Existe, entre sus diversas variantes, el sainete valenciano, que según la historia del sainete es aquel en el que las lenguas son diferentes según el personaje se exprese en valenciano o en castellano. La historia siempre nos da grandes lecciones y esta es una. La lengua de Camps, que no es la de las mariposas ni de trapo, habla distinto a la de Rajoy en el terreno corto y cuando no hay luces y acción, aunque parezca la misma ante la prensa.
Rajoy no desea que Camps sea el candidato. Sus cercanos lo afirman, aunque usted, querido lector, no le oirá decir nunca a Rajoy esto ni lo contrario. Su indecisión, gallega según algunos, le permite nadar y guardar la ropa a un tiempo. Rajoy resuelve los conflictos por agotamiento del rival y por entender que las contradicciones, las antítesis y los oxímoron son perfectamente resolubles. Rajoy es el único español capaz de pensar una cosa y la contraria.
Puede incluso que el problema no sean ya cuatro trajes (asunto quizá menor, aunque tenga su miga), lectura interesada donde las haya. El problema es saber si hubo o no financiación ilegal del PP. El problema es saber si se creó una trama en diversos puntos de la geografía española para financiarse irregularmente. Esta es la madre del cordero.
Mientras que sabemos si esto es o no es, deshojamos la margarita del sainete valenciano de Camps, recientemente ha sido proclamado por el Comité Electoral del PP valenciano como candidato habiendo un silencio clamoroso en Génova, la sede central del PP, que es la que realmente debe decidir.
Esta autoproclamación valenciana es un pulso más al que tiene que enfrentar Rajoy. Teme que al estallar el asunto de los trajes las grandes expectativas electorales que tiene el PP se diluyan.
Yo no lo creo. El electorado español que vota a la derecha no percibe que en el PP haya corrupción general ni ha perdido un solo voto por los casos que han estallado. Parece como si al electorado del PP no tuviera nariz o no le importara traje más o traje menos, supuesta financiación más o supuesta financiación menos.
En unas semanas se resolverá el sainete.
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