Los
trabajos y los días
LAS
URGENCIAS HOSPITALARIAS
FRANCISCO
MORALES LOMAS
Morirse hoy día le sale al gobierno más barato.
Basta con asistir a
las urgencias hospitalarias. No es un chiste macabro. Es la realidad según se
deduce del informe nada sospechoso de los Defensores del Pueblo en España. En
él se concluye que existe un aumento de la mortalidad. Cualquiera que acuda a
un servicio de urgencias sabrá que el trato no está garantizado en las mismas
condiciones que hace unos años. Ha existido un profundo deterioro y esto ha
sido producido por la insuficiencia de personal que asiste a los enfermos y el
excesivo grado de responsabilidad que le conceden a los Médicos Internos
Residentes.
Sacar pecho como lo ha
hecho el presidente del gobierno al referirse a los recortes, la dependencia y
la sanidad es un ejercicio de negligencia y abandono promiscuo que ejercita con
alevosía nuestro presidente de gobierno. Quiero pensar que el señor presidente
no ha estado nunca en urgencias ni ningún familiar suyo trabaja allí y cuando
se está sano se dan muchos consejos a los enfermos. En el fondo, el señor Rajoy
piensa que la enfermedad no es algo malo y acaso una buena oportunidad para
demostrar lo que se vale si se sabe llevar con dignidad y buen humor.
Hay mucho humor negro
en este gobierno. El gobierno de los recortes y las privatizaciones. Lo ha
intentado por activa y por pasiva y al cabo de los meses les responde a los
enfermos de Hepatitis C que no han gestionado bien el asunto y han llegado
tarde. Desde luego. Algunos pacientes están ya muertos. Y es que habrán pensado
como don Quijote: Deja que los perros ladren, Sancho, es señal de que
caminamos.
Los servicios de
urgencia están al borde de un ataque de pánico. Basta acercarse a ellos en hora
punta. La ausencia de profesionales especializados y la saturación por la falta
de contratación laboral impiden que el servicio funcione y genera una grave
sensación de inseguridad e impunidad. Ya lo han advertido desde hace tiempo los
profesionales médicos que con los recortes insensatos exponían a los ciudadanos
a una pérdida de vidas de manera innecesaria. Ni están garantizadas la
condiciones del derecho a la protección de la salud, ni la dignidad o
intimidad, ni la autonomía de la voluntad ni el derecho a la información. Y no
digamos nada los inmigrantes en situación irregular, las dificultades, o las
personas en custodia, víctimas de mal trato o en riesgo social, cuya situación de
vulnerabilidad es manifiesta.
Seguramente es que algunos
dirigentes políticos nacieron el día que Dios estuvo enfermo.