LOS
TRABAJOS Y LOS DÍAS
ÉLITES POLÍTICAS,
CORRUPCIÓN Y MISERIA
FRANCISCO MORALES LOMAS
Hay muchos políticos sanos
pero ¿dónde se hallan?
La percepción social es que la
mayoría de los políticos viven del engaño y en él quieren mantenernos a todos,
sin darse cuenta de que no es posible idiotizar a los ciudadanos libres que
conservan la cabeza en su sitio y un espíritu crítico al cual no van a
renunciar. Esto último lo dijo hace más de cien años Miguel de Unamuno.
Uno de los primeros casos
constatados históricamente de mordidas y corruptelas diversas lo protagonizó el
duque de Lerma y su allegado Rodrigo Calderón allá a comienzos del siglo XVII
como cuento en mi novela Bajo el signo de
los dioses.
Tras muchos avatares
sospechamos que la corrupción, la degradación de la clase política y la
impotencia para alcanzar una mínima regeneración de nuevo ha propiciado un
cúmulo de podredumbre que el sistema realmente no aguanta. Y habría que colegir
con Joaquín Costa, el principal analista de la corrupción y el caciquismo de
las élites en el siglo pasado, que "lo primero que España necesita es
mudar de cabeza: cuestión de pedagogía intensiva, de nutrición abundante y de
selección".
Es evidente que todas estas
élites que han gobernado al margen de la decencia y (aunque haya políticos
decentes, que los hay) la honorabilidad deben desaparecer ya. Si no existe por
parte de las cúpulas de los partidos un instrumento claro en este sentido, la
gangrena se apoderará del cuerpo social. Y no sé si ya lo ha hecho.
Y mientras la corrupción, de
la que los 51 de últimas son una anécdota, sigue su camino ascendente, España regresa
al pasado, diez años atrás, en el nivel de ingresos de las familias, según un
informe de Unicef. La pobreza infantil llega hasta límites obscenos situando a
España tras Grecia y Letonia con más de tres millones de niños con graves carencias.
También la juventud ahonda las heridas de una sociedad enferma sin horizontes
claros y un aumento espectacular de los jóvenes que ni estudian ni trabajan. La
infancia y la juventud, el tronco social más vigoroso y de futuro, más débil,
asume las corruptelas de un sistema que ha tocado fondo.
Por tanto, no es solo la
corrupción sino un modelo social y económico profundamente injusto, un modelo
neoliberal en el que se ha traslado una parte de las rentas particulares a las
cuentas corrientes de las rentas del capital y, en consecuencia, a la falta de
una demanda interna que provoque el desarrollo.
Junto a ello la codicia de las
élites políticas, su descaro, su impotencia, su enrocamiento y parches
reformistas… están avocando a la sociedad a propuestas que de estar en otras
épocas históricas hubieran producido ya claros síntomas prerrevolucionarios.
Si la política es una forma de concebir, plantear
y resolver los problemas de los ciudadanos, ¿por qué acaban convirtiéndose los
políticos en el problema?