MAR GRUESA
GIBRALTAR, ESPAÑOL
F. MORALES LOMAS
Uno de los gritos más socorridos este verano para callarle la boca a
Bárcenas es “Gibraltar, español”. En todos los países existe un grito de guerra
que enciende a las masas y les procura el orgasmo nacionalista. Los políticos
se dirigen a las vísceras del pueblo, a su sentimentalismo ancestral, para
aludir esta “china” que tenemos en el zapato desde el siglo XVIII. Casi siempre
taciturna, de vez en cuando resucita cuando se quiere crear una cortina de humo.
Rajoy es el gran jefe sioux que ordena crear cortinas de humo para que el
enemigo no pueda otear el horizonte: ahora el enemigo para él es don Luis
Bárcenas, extesorero del Partido Popular por designación directa de su jefe don
Mariano Rajoy.
Como no hay periodistas (todos de vacaciones) ni tertulianos (salvo unos
nostálgicos que arrean de continuo a ZP) se aprovecha el descanso estival para
ordenar un poco los muebles y crear estrategias que aminoren el impacto
electoral del desgaste Bárcenas. El equipo de Rajoy mira hacia el horizonte de
la rentrée veraniega y observa en qué
va a deparar todo esto de la creación de empleo o desempleo, de los tirones de
la manta, de las peticiones de dimisión de la oposición, de las elecciones
alemanas y de la prima de riesgo.
Sinceramente, creo que no va a pasar absolutamente nada.
Todo seguirá poco más o menos igual o peor, con unos cuantos miles de
parados más cuando en octubre se acabe la temporada hotelera. Este país no
levantará cabeza en mucho tiempo, aunque los datos de Francia y Alemania se
vendan de otra forma. He tenido oportunidad de analizar la realidad de Francia in situ este verano y les puedo asegurar
que allí la crisis también se nota y bastante. No solo en la calle sino en los
restaurantes y los hoteles. Así que toda esa salida de la recesión puede
quedarse en un pluf. La calle es el
mejor termómetro de lo que sucede en un país. Y aunque es verdad que allí no
hay tantos locales con negocios cerrados o en venta, también muchos jóvenes
franceses my preparados preparan sus maletas para salir del país.
La vieja Europa está hecha unos zorros. Los políticos liberales europeos
dan una y otra vez vueltas a la peonza de sus recetas dictada por los grandes
poderes económicos, pero la realidad es que cada vez los ricos son más ricos y
los demás mucho más pobres.
Rajoy es incombustible y ahora con el “peñoncito” trata de respirar algo
mientras el señor Bárcenas cavila el siguiente paso.