MAR GRUESA
LA MANTA DE BÁRCENAS
F. MORALES LOMAS
Ya no necesita Bárcenas ninguna manta. Es verano. Así que puede tirar de
ella, levantarla y enseñarnos a todos los españoles los secretos de la
financiación irregular del Partido Popular, si es que la hubo. Parece que a la
oposición no le cabe ninguna duda ni a muchos españoles, que estos días pagan
rigurosamente a Hacienda, esa que padece de pronto de traspiés sospechosos.
¡Ay, los turbios deslices, las inadvertencias distraídas de la Hacienda pública!
No sabemos si Bárcenas, que hasta ahora ha amenazado y no dado, tendrá la
audacia de reconocerlo todo o ha llegado a un pacto de silencio para obtener
mejores beneficios penitenciarios y facilitar su salida de la cárcel lo antes
posible. Hasta ahora todo ha sido un juego al ratón y al gato, mientras se iba
desgajando la margarita de sus millones en distintos lugares del mundo. Un
rosario de millones que, no me cabe la menor duda, ha ganado con el sudor de su
frente. ¡Y vaya si suda el señor Bárcenas! Mucho hay que sudar para cosechar 48
millones de euros.
Pero, aunque la figura de Bárcenas genera una gran sombra y ocupa grandes
espacios y titulares, el protagonista no debería ser él sino, como en El señor de los anillos, el secreto
mejor guardado: el anillo, la financiación irregular del Partido Popular. No
podemos olvidar que en Génova entraban euros a espuertas como pagos en especie.
¿Para qué? ¿A cuento de qué este grupo de empresarios pagaban tan generosamente
semejantes estipendios, dádivas o agasajos al PP por encima de lo que marca la
ley? ¿Acaso son hermanitas de la caridad? Como infame turba de nocturnas aves,
gimiendo tristes y volando graves, se lo han llevado crudo. Sus millones no
cayeron en saco roto porque al pagar al PP podrían creer que las adjudicaciones
de obras serían pan comido.
Aquí está realmente el busilis de la cuestión que tan bien vio en sus
primeras actuaciones el juez Gómez Bermúdez. En la pasta. En quién aporta la
pasta y por qué y para qué, y no tanto en quién se la lleva. Bárcenas es un
personaje de esta tragedia del callejón del gato que es la realidad española,
un personaje que ha paseado por los espejos deformados de la calle Génova con
su maletín y su maletón. Pero es solo un personaje, ni siquiera un
protagonista, un personaje secundario, o acaso el apuntador de un esperpento.
Eso era, un apuntador que conocía muy bien el papel, que lo anotaba todo.
Pero el protagonista no es Bárcenas sino su manta. ¿Qué hay debajo de la
manta, señor Bárcenas?
En la cárcel puede que la memoria de apuntador se le ponga en remojo.