Todos los intelectuales conocen la paradoja de Curry o la de Russell. En la Edad Media existía la paradoja del mentiroso, de la que tanto han aprendido nuestros políticos, que mienten pero no parecen mentir, o no quieren mentir, o no desean mentir… Y así hasta el infinito. Según nuestros académicos, que para algo están, la paradoja es una idea extraña u opuesta a la común opinión y al sentir de las personas.
La paradoja de Garzón no existía hasta ahora en que se ha abierto la veda contra él. Hasta el momento gozaba de la atención obsequiosa de sus paisanos españoles y de algunos de allende los mares por su valentía al meter la nariz en el asunto que oliera a podrido, bien de dictaduras solecistas o de narcotraficantes o terroristas sin escrúpulos. Su credencial, que no era precisamente la de una monja de clausura, soportaba el papel gris de la prensa donde era o ensalzado o vilipendiado de continuo.
Ahora es distinto, ahora su causa ha movilizado a la izquierda y a la derecha extrema, unos para defenderlo y otros para crucificarlo. Y en medio la prevaricación, esa “cosa”, tan indeleble o endeble que o es muy clara o no es. Han acabado convirtiéndolo en un símbolo contra la dictadura franquista y en una especie de Prometeo que ha entregado a la sociedad española el fuego divino de la justicia histórica para caer en manos de los que la quieren ocultar. Y, de pronto, de magistrado prometeico se ha convertido en víctima, en parte acusada. Se ha convertido en héroe.
Pero un héroe que le viene bien a todo el mundo. De ahí su paradoja. A él, particularmente: este “calvario” es el que tiene que soportar para que su estrella en el ámbito universal sea definitiva. Ya lo es, pues se ha convertido en mártir. No hay magistrado en el planeta al que se le hayan dedicado tantos editoriales. Aunque se le suspenda, ya Garzón ha logrado ser el paradigma del Prometeo mitificado.
A la izquierda le viene bien la movilización de la ciudadanía, que estaba dormida con la crisis de marras y había perdido su norte con un PSOE que cada vez se distanciaba más del PP. Esta aventura de Garzón le ha hecho recortar distancias.
Al PP también le ha venido bien Garzón, porque así ha podido aparecer como víctima de las atrocidades vindicativas de un juez estrella y hacer que el Gurtel perdiera protagonismo social. Los peperos se han cogido al clavo ardiendo de Garzón para aguantar la travesía en los juzgados de sus tesoreros, alcaldes... A los periódicos y medios de comunicación que han tenido la oportunidad de encontrar un filón informativo que reactivara sus depauperadas cuentas de resultados. A los actores, actrices, escritores y escritoras de izquierda, que habían perdido los pretextos para salir a la calle y despertar a los dormidos sans-culottes. A los narcotraficantes, que tratan de ver en el juez a una persona malvada que les tenía manía. A los falangistas, que se habían perdido en el rincón de la historia y ahora todo el mundo habla de ellos. A los…
La paradoja de Garzón ha triunfado y todos hablamos de él y lo defendemos porque tiene gnosis y ha traído el fuego a los humanos.
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