EL
DISCURSO DE LA TESTOSTERONA
F.
MORALES LOMAS
Cuando la testosterona
toma el espacio público, no hay nada de lo que hablar y se está muy cerca de alcanzar
el Palacio de Invierno.
Las palabras
aparecieron cuando los seres humanos evolucionaron mentalmente y tuvieron
necesidad del otro. Las palabras son un modo de alteridad, un acto de necesidad
y de encuentro; en definitiva, un acto de inteligencia y comunidad. Pero las
palabras no son nada, no son necesarias cuando la testosterona ocupa el ágora.
Como diría Sócrates, una moral que se basa en el discurso de la testosterona es
una mera ilusión.
Estamos al borde del abismo
y seguimos golpeándonos con una virulencia sostenida. Un día como hoy, hace ochenta
y tres años, también triunfó el discurso de las testosterona y Companys declaró
una República catalana dentro de la República federal española. Pero Companys
fue más moderado, todavía creía en España. Puigdemont quiere ir mucho más allá
que Companys porque su testosterona es de mayor pedigrí catalán, a pesar de sus
bisabuelos de Almería y su abuela materna de Jaén, y, sencillamente, quiere que
España sea historia. Ni República Federal ni zarandajas.
La dimensión histórica
de este momento solo es comparable a la capacidad de los seres humanos para
volver sobre sus pasos cuando el narcisismo se apodera de la vida social y solo
miramos hacia nuestro ombligo sin darnos cuenta de que la mitad de la población
está en nuestra contra.
Pero en este viaje no
han estado solos. Al gobierno de Rajoy le acompaña un nacionalismo español
exacerbado en el que la genética de la testosterona ha sido un reclamo
permanente. Hace unos días lo hemos visto en la actuación de la Policía y la
Guardia Civil que, en realidad, solo obedecían órdenes ante la desidia de los
Mossos. Hay un nacionalismo español de palo y tente tieso que ahora se quiere
revestir con la ley cuando en realidad es la inacción, el dejar que se pudran
las cosas, el laissez faire, laissez
passer, el tancredismo como forma de hacer política.
De otra parte la
alianza entre burgueses y anarquistas catalanes para fundar un nuevo estado es
de una originalidad naïf. En esta tesitura los burgueses catalanes
alimentadores del Procés y grandes compradores de testosterona (se van dando
cuenta ahora de que esto va en serio) comienzan a recular cuando han creado el
monstruo y han alimentado a una clase política que ha roto la legalidad para
fundar la legalidad. La gran paradoja de esta revolución mediática de la
posmodernidad. Pero ¿habrá tiempo? Por ahora echan mano de la iglesia, para que
haga milagros.
Cataluña y el resto de
España son deformaciones caricaturescas de la civilización europea, un teatro
caníbal que se retroalimenta de mordiscos en la yugular.
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