MAR GRUESA
¿QUÉ LE SUCEDE AL PSOE?
F. MORALES LOMAS
Cuando se olía la amenaza de la intervención en mayo de 2010, aseguró
Zapatero en tono grave: “Voy a seguir mi camino, cueste lo que cueste y me
cueste lo que me cueste”. Fueron palabras proféticas, le costaron las
elecciones, la llegada de los mayores recortes de la historia de la democracia
con el PP y la entrada en el túnel de la historia a su partido.
El PSOE, la única alternativa real de gobierno al PP, desde entonces no
levanta cabeza. La elección de Rubalcaba, un líder inteligente para otra época,
ha permitido constatar que se desconoce el suelo del PSOE, que sus votantes se
sienten desertados definitivamente y muchos buscan otros rumbos. Un partido a
la deriva, sin timón, sin ideología, sin ilusión y sin rumbo. Un partido que
otrora fue capaz de crear una sensación de utopía colectiva anda corrido,
disipado en el mundanal ruido del derrumbamiento. Una travesía del desierto que
no se sabe cuánto durará.
Todo se quiere arreglar con unas primarias. Esto solo sirve para lavar la
cara temporalmente y hacer un poco de folklore y ruido en los mass media.
El problema es amplio, profundo. En primer lugar, la pérdida de un
proyecto colectivo. No existe un plan creíble para gobernar, pero no existe un
proyecto creíble en la socialdemocracia europea en general, que anda dando
bandazos de un lado hacia otro y creando personajes tan variopintos o
siniestros como el líder del Eurogrupo,
Jeroen Dijsselbloem, socialdemócrata y adalid de los corralitos de Merkel.
¿Cómo se puede proponer la salida de la crisis con medidas que solo agravan el
sufrimiento de millones de personas? Pero es que al líder que querían poner al
frente de la República francesa (Strauss Kahn, muy amigo de la entrepierna de
las señoras), exdirector del FMI, institución caracterizada por estar entregada
a los pobres, y defensora de eliminar puestos de trabajo del sector público,
disminuir salarios, reducir las transferencias a las familias de rentas
inferiores, comprimir la sanidad pública, congelar pensiones, incrementar la
regresividad fiscal, reducir el salario mínimo…
El problema no es elegir a un líder, que también, un líder no quemado,
sino crear una ideología que se lleve a la práctica y sea capaz de conquistar
la ilusión de una sociedad que lo ha perdido casi todo. Tardaremos años en ver
esto. No sé cuántos.
Mientras tanto, IU asiste al desplome del PSOE con la estrategia del sorpasso silencioso, esperando que el
ataúd del vecino pase delante de su puerta, y haciéndose el depositario de los
huidos hacia políticas de izquierda o eso se cree. Otros, como UPyD, nadando
entre dos aguas y guardando la ropa al tratar de llegar al poder en el menor
tiempo posible con un discurso errático y aprovechado como bisagra del partido
mayoritario. Del PP ni hablamos, solo Bárcenas sabe los designios del PP. Y los
nacionalistas, ¡ay los nacionalistas! Hablaremos otro día.
La suerte o la desgracia de este país es que los españoles estamos tan
pacíficos, que hasta somos conmovedores. Después de tanto tiempo sin protestar,
hasta salir a la calle nos cuesta trabajo.
Y es comprensible, ya no creemos en nada ni en nadie, salvo en la
selección.
Por ahora.
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