MAR GRUESA
EUROPA, MADRE Y MADRASTRA
F. MORALES LOMAS
En España la pobreza nos sienta
tan bien que nos la van a acrecentar.
Europa nos quiere hacer el traje
a medida de la pobreza. Nos han cortado las mangas, los perniles y hasta la
sisa. ¿Para qué necesitamos la sisa o la pernera? Pero Europa, o sea, Ángela
Merkel, que entiende mucho de corte y confección, dirá que para qué quieren los
españoles tantas alharacas, diputaciones provinciales, autonomías y aeropuertos
sin pasajeros, para qué quieren tanto chorizo, tanta obra y tanto, tanto… Que
nos hace un traje a la medida de Rajoy, que es un traje al que le entran todas
las pu(n)tadas. Es que yo a Ángela Merkel la amo, dice Rajoy, o algo así. Y es
verdad, la ama, es un amor sin contraprestaciones.
España está a la cola de muchas
colas: a la cola de los ingresos fiscales, a la cola de la deuda pública que se
empina al 100%, a la cola de niños pobres y tristes, a la cola del paro, a la
cola de casi todo… Y ahora quieren más recortes. Rajoy, más recortes. ¿Ha oído
bien, presidente? Más recortes. ¿Lo oye? Que hablan de recortes…. 20.000
millones del ala. ¿De dónde va a sacar Rajoy 20.000 millones? ¿A quién le
pegará esta vez el mandoble?
Y después de todo este vademecum
quieren que votemos en las elecciones de Europa. El día 25 de mayo usted, señor
lector, y yo tenemos el derecho y la obligación de votar por Europa. Pero
usted, señor lector, es una persona seria, es un persona sufrida, es una
persona cabreada. Europa queda ya demasiado lejos.
A usted, amable lector, le ha
dado ahora por leer al querido José Luis Sampedro (cuya obra viva siempre) y
esa idea de que el capitalismo salvaje y especulativo está arruinando la vida
de la gente. A usted, amable lector, le ha dado también por leer a ese premio
Nobel crítico y audaz (cuya obra viva siempre) que se llama José Saramago y su
novela “Ensayo sobre la lucidez” en una biblioteca de su barrio. Y usted sabe
que en esa novela la mayoría de los habitantes de un país imaginario (dígase
España) han decidido de forma espontánea ejercer su derecho al voto de una
forma inesperada, absteniéndose. Y piensan que una abstención razonablemente
alta sería una forma de haber alcanzado la normalidad. Y el gobierno teme este
gesto revolucionario capaz de socavar los cimientos de la democracia. Y las
cloacas del poder se ponen en marcha.
Es una alegoría que a usted le
encanta y está disfrutando viendo cómo se pone nervioso el presidente del
gobierno, el ministro del Interior… Pero tras leer la novela el que decide
ponerse triste es usted, porque al final la víctima siempre será usted y yo…
esos ciudadanos que contemplan el cielo esperando un milagro… quizá.
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