MAR GRUESA
EL INNOMBRABLE
F. MORALES LOMAS
Hace algunos días Cantinflas se
vistió de secretaria general para explicar las disquisiciones ante una
indemnización en diferido, y como fue una indemnización en diferido en forma,
efectivamente de simulación, o lo que hubiera sido en diferido en partes de una
de lo que antes era una retribución, tenía que tener la retención a la
Seguridad Social.
Punto y final.
Cantinflas ha dado siempre
mucho juego en política. Sus imitadores se encuentran por cientos, desde aquel
que olía a “asufre”, y ahora momia, hasta el que se atragantaba con una galleta
mientras contemplaba un partido de béisbol. Pero nosotros, por ahora, seguimos
sin enterarnos qué secretos guarda el señor Bárcenas para que el señor Rajoy no quiera
nombrarlo, y por qué las explicaciones en torno a él huelen y saborean al mejor
Chiquito de la Calzada: “No puedo, no puedo…”
¿Se podría pensar que se ha llegado
a un pacto de caballeros en el que los apretones en semejante parte son muy
dolorosos y han de ser regulados con prudencia?
Desde luego que la imagen que
traslada a los medios el señor ex tesorero es de absoluta seguridad: consumado
jugador que conoce muy bien el terreno de juego y a sus antagonistas tras
veintiocho años jugando con ellos al mus de las finanzas. No es precisamente la
imagen de un pávido gallina a la espera de la cárcel.
Tira y amaga. Tira y amaga en un
juego de sístole/diástole. Y, ya que ustedes no me denuncian a mí, yo los
denuncio a ustedes, por despido improcedente o por maltrato laboral… Hay que
tener un par. Como hay que tener un par para ganar el terreno de juego, el
campo y la pelota.
En cambio, la disentería se ha
apoderado de algunos entresijos de dirigentes del PP, que apuestan por utilizar
como reclamo la parte contratante de la primera parte de Groucho Marx en tanto
respuesta diferida. Los traspiés en el uso de la lengua son un síntoma y la
imagen más perfecta, pero también los silencios sonoros del presidente. ¿Por
qué Rajoy no nombra la palabra Bárcenas? No es tan difícil de pronunciar. ¿Por
qué en la denuncia el PP sigue sin nombrarlo y se habla del “autor de los
falsos papeles” y, en cambio, se denuncia al mensajero, el diario El País?
A veces da la impresión de que este
señor, gris y oscuro como el peculio siendo tesorero, estaba esperando esta
oportunidad de celuloide para saltar como antihéroe al escenario de la política
española. Algunos sueñan con él: su vida política les va en ello.
No hay comentarios:
Publicar un comentario