MAR GRUESA
El PSOE y las monjas ursulinas
F. MORALES LOMAS
No lo digo yo. Lo ha dicho José Bono con meridiana claridad: la oposición
del PSOE es de monja ursulina. Y precisamente su fiesta se celebra en unos
días, el 27 de enero. Las ursulinas son una orden religiosa dedicada a la
enseñanza que fue fundada a principios del siglo XVI por la monja italiana
Ángela de Mérici. Monja carismática pero práctica, conciliadora… buena gente,
vamos.
La gente del PSOE en esta travesía del desierto lo pasa “dabuten”. Son
buena gente. Todo es maravilloso. Todo es de monjas ursulinas. Gente
conciliadora, quieren pasar a la historia de la crisis como los buenos de la
película, una especie de santones en tiempos de crisis. Su oposición, lo dijo
su expresidente del Congreso José Bono, es de monjas ursulinas, angelical,
santificadora. Todos irán al cielo: se lo tienen ganado.
Mientras en España la crisis hace que se privaticen los hospitales, que
se pierdan profesionales en la enseñanza, en la judicatura, en los sanatorios y
la corrupción abre puertas… en tantos y tantos lugares donde son
imprescindibles y hacen que seamos un país moderno o uno tercermundista, la voz
de la oposición socialista es raquítica, silente, afónica. Es la voz de los
hipoacúsicos. Y lo dice uno de la misma carne y de la misma sangre que ellos,
Bono, un troskista peligroso, ya se sabe.
Si en el pasado Rajoy no tuvo piedad con Zapatero, al que llegó a decirle
que había traicionado a los muertos, hoy el PSOE es un partido de jugadores de
mus, cansado, lánguido, que mira al futuro con una extraña sensación de
derrota. Y esa derrota culmina su estrategia y su alejamiento del electorado de
izquierda. ¿Adónde conduce esta estrategia de monja ursulina?
En un país que se retrasa y pierde PIB con respecto a Francia, Alemania,
Gran Bretaña, que tardará diez años (lo dice Rehn) en estar como hace seis o
siete y que se empobrece cada vez más… el PSOE no está al lado de los que lo
están pasando espantosamente. Cuando hay que estar en la barricada, se debe
estar en ella y ser más jacobino, como diría Antonio Machado, cuyo 75
aniversario de su muerte conmemoramos este año.
El guante blanco ha tomado la divisa en un partido que tiene los
adjetivos de socialista y obrero, cuando debería ser el abanderado de esta
clase media, de esta clase menos favorecida que sufre desahucios, reducciones
salariales, precariedad, desempleo, mala sanidad, mala enseñanza, pensiones más
reducidas y una falta de esperanza evidente.
Lo peor es esto: la falta de esperanza. Una esperanza a la que le han
puesto fecha: finales de noviembre de 2014. Entonces el mesías prometido será
elegido por la militancia y añadidos. Entonces las monjas ursulinas dejarán de
tener a un líder de paja para traer el camino, la verdad y la vida. Que tiemble
Rajoy.
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