MAR GRUESA
LOS PACTOS
F. MORALES LOMAS
La debacle socialista progresa adecuadamente. Si la continuada rebelión
de Pere Navarro en Cataluña es un síntoma, las encuestas anuncian crónicamente
un suelo que ya parece subsuelo y con evidentes muestras de que el enfermo
tiene todavía un buen recorrido para pasar desde el postoperatorio de la
convalecencia en planta a la UVI directamente.
Está claro también que los ciento treinta años de historia no se los
salta ningún galgo ni ningún gato y que una organización de estas
características, por mucho que les pese a los que llevan cascabel, no va a
desaparecer (que quisieran), pero está claro que no atraviesa sus mejores
momentos. Creo que desde que comenzó la democracia ninguna encuesta le ha dado
un suelo tan rastrero.
¿Qué ha sucedido para llegar a esta situación? La gestión de la crisis
por parte de ZP fue un auténtico cataclismo. Negar la evidencia cuando desde
hacia dos años antes todos los indicadores económicos la anunciaban era un acto
de frivolité o frikismo extravagante.
La sucesión en la figura de Rubalcaba tampoco ha dado resultado. Es
evidente que Rubalcaba no podía hacer mucho más a pesar de su astucia. Se sabe
que la travesía del desierto en los partidos es una nave que zozobra muy difícil
de pilotar y el que estuviera como práctico, se llame Rubalcaba, Chacón o
Periquillo el de los Palotes, no habría cambiado el rumbo incierto. El partido
está en caída libre. Algo salvaron los muebles en Asturias y Andalucía, pero
está claro que el mal persiste y los datos son una trituradora perseverante.
Desde que perdieron las elecciones tampoco la oposición llevada por el
PSOE en el parlamento ha sido un dechado de certidumbre, aliento o crítica
severa del poder, que es siempre el papel de la oposición. Y se ha pasado de
pedir que el presidente dimita a intimar un pacto con él. Estas
contradicciones, estas extravagancias, estos bandazos muestran una estrategia
equivocada y una táctica suicida.
La oposición y sobre todo una oposición que se configura como opción de
poder está para construir alternativas, para generar ilusión, para organizar un
estado de opinión, para reunirse con colectivos y pulsar sus preocupaciones y
llevar sus razonables propuestas al ciudadano. ¿Qué se ha hecho mientras tanto?
O bien entrar en un debate nominalista (la margarita del nuevo líder) o entrar
en disquisiciones espurias o contradicciones clamorosas. Y ahora el pacto.
¿Pacto para qué? ¿A quién beneficia el pacto?
Mientras tanto UPyD e IU ven pasar el cadáver delante de su puerta y
aplauden.
No hay comentarios:
Publicar un comentario