Diario de un español en crisis
VELEIDADES
Y PREACUERDOS
FRANCISCO
MORALES LOMAS
Nunca había habido en
la política española tanta necesidad de travesear. Parece que nuestros
políticos sienten una inclinación especial para hacer el ganso.
Es un lenguaje
maravilloso esto de llamar reuniones a las puestas en escena con amagos de
hablo pero no hablo. De no te juntes con aquel o me voy con el otro. En
Primaria el alumnado tiene comportamientos menos oblicuos. Pero la farándula es
el momento sublime antes de llegar a la tragedia. País de charanga y pandereta
lo definió el bueno de don Antonio Machado, del que estos días (el 22) se
cumple el aniversario de su muerte en Colliure.
La última propuesta
del mago de Oz de la coleta ha sido su programa, con el que ha lanzado un
apóstrofe incendiario en las formas y en el fondo al advenedizo de Pedro
Sánchez. Hace unas semanas le hizo el consejo de ministros. El lunes le hizo un
nuevo roto en la moral de Sánchez, en la línea de flotación de su jactancia. Con
lo que duelen los ataques a la vanidad.
En realidad, esta
especie de opereta bufa tiene todos los condimentos para hacer una farsa que
hubiera sido el deleite del ingenioso Valle-Inclán, que ya se lució con aquella
España finisecular. Los personajes de este nuevo teatrillo son el hazmerreír de
los españoles que asisten jocosos ante tanto espectáculo de corbatas, de
negación de corbatas, de pajaritas, de camisas blancas y de un gobierno de progreso.
Mientras tanto, Rajoy,
hombre-tancredo, contumaz y arrogante, asiste al evento metiendo cuchara y
sacudiendo todo lo que puede al guapo, que a los guapos, como decían los
boxeadores pendencieros, hay que partirles la boca. ¡Ay, Rajoy, el limpiador de
corruptelas! ¡Sé fuerte! Todavía no se ha enterado que ya no existe. Que ya es
un personaje antiguo, como toda su política, como todas sus miserias. Pero
pudiera seguir existiendo con tanto juego escénico. Que los españoles ya se
tapan la nariz o han perdido el olfato.
Todos se preparan para
la merienda electoral próxima colocando sus bancadas y sus caballos en las
mejores posiciones. Pero mientras tanto hay que pasar un buen rato y despachar
al vecino, hacerlo caer en contradicciones, ridiculizarlo, cabrearlo y negarlo.
La política española actual nace desde la negación. Los españoles ya no
queremos las dos Españas sino las cuatro, las cinco o las seis. Farsa y
licencia de los políticos castizos.
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