MAR GRUESA
LA CÁRCEL
F. MORALES LOMAS
En la película de aquel genio valenciano del surrealismo, García
Berlanga, todos estaban en la cárcel. Era una cárcel de tramoya donde cada uno
hacía su negocio, una cárcel incluso divertida.
La cárcel de Miguel Blesa no lo será.
Lo bueno que tienen estas medidas es que hacen que se reconcilie uno de
nuevo con la justicia. Cuando en este país una epidemia de descreimiento se ha
apoderado del cuerpo social como en Cien
años de soledad de desmemoria y nadie cree ya en absolutamente nada, de
pronto un juez con un par de atributos toma una decisión trascendente, que un
banquero ingrese en prisión, y entonces sentimos necesidad de reconciliarnos de
nuevo con la arcaica creencia en algo.
Sin embargo, puede que Blesa acabe convertido en un paradigma o en un
mártir de la coyuntura. ¿Realmente nada más que Blesa es el aspirante a este
honorable puesto o hay más postulantes a la trena? ¿Acaso gran parte de la
situación bancaria –que debemos pagar entre todos a escote- no la han
propiciado sus gestores? ¿Y dónde están los gestores? ¿Y dónde estuvo entonces
la autoridad que debía vigilar? ¿Qué interés existe en la inspección del
ciudadano de a pie y qué poco en los de cuello blanco? ¿Por qué no hincan el
diente a los evasores en paraísos fiscales y las sicav?
Puede que al final esta decisión del juez de tan vigoroso nombre, don
Elpidio, quede en flor de un día o acaso en un
deslumbramiento.
Desde aquel todopoderoso Conde –que se fotografiaba tanto con su majestad
y aspiraba a todo y ahora da lecciones de cómo arreglar el mundo- hasta ahora,
ningún banquero había entrado en prisión.
Blesa es la punta del iceberg que ha llevado a Caja Madrid (Bankia),
tras inversiones ruinosas, a su nacionalización. Se le imputan delito
societario, falsedad en documento público y apropiación indebida. Minucias.
Pero, ¿dónde están los otros? Los otros no debe ser el nombre de una película
solamente.
El amigo de Aznar que tanto presidió y durante tanto tiempo asume el reto
de ser el primero que se sienta en el banquillo en esta nueva coyuntura en que
la sociedad española está a punto de un soponcio, mientras la señora Merkel
aprieta las tuercas y sigue dando lecciones. ¡El día que a los gestores de las
cajas alemanas se les hinque el diente! ¡Qué agazapados están! ¡Saltarán
chispas! Pero nadie le cuelga ese cascabel al gato.
Mientras el país va a la ruina por todas estas chorizadas, y muchos
jóvenes preparados deben emigrar, nos llega la noticia de que dos de nuestros
grandes investigadores huidos por necesidad, Diego Martínez (30 años) y Nuria Martí (33 años), han sido elegidos
respectivamente el mejor físico de Europa y la coautora de la investigación más
importante de este año: la obtención de células madre embrionarias clonadas a un
adulto.
Todavía podemos seguir creyendo, en los jóvenes.
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