ANÁLISIS DE LA POLÍTICA ACTUAL

Sólo la crítica y la profundidad en el análisis de nuestro mundo nos devolverá el sentido último de la realidad y de nuestra existencia

domingo, 3 de octubre de 2010

Mar gruesa. Yo también fui sindicalista

La extrema derecha tiene interés en cargarse a los sindicatos de clase. No descubrimos nada nuevo. La extrema derecha es de ideas fijas y nunca creyó ni en la democracia ni en los representantes de los trabajadores.
Sin embargo, qué poco hubiéramos avanzado la mayoría de los trabajadores en prestaciones sociales, sanitarias, laborales… si no hubiera sido por la lucha de miles y miles de trabajadores a lo largo de los siglos XIX y XX organizados en torno a centrales sindicales y partidos políticos de izquierda.
La burguesía nunca ha sido generosa, para qué nos vamos a engañar y hubo que arrancarles los derechos que tenían como un patrimonio personal. La filantropía no es algo que pertenezca a su discurso, ahíto de rentabilidades y de plusvalías que engrosen sus emolumentos. A pesar de todo, cada vez hay más ricos y los pobres siguen en aumento. Es una realidad incontrastable y estadística.
Estamos en tiempos de crisis, no sólo aquí. Que le pregunten a Sarkozy, ese líder aristócrata de la derecha europea, cuántas huelgas generales ha soportado ya. Que le pregunten a Angela Merkel quién ganaría las elecciones hoy en Alemania si las hubiera, desde luego que ella no. Y, como diría Forges, agudeza visual, ¿en qué se parecen estos dirigentes y ZP?
En lugar de hablar de cómo solucionar los problemas, la derecha del país arremete despiadadamente contra los sindicatos de clase como si fueran los responsables de la crisis. También lo hicieron en el pasado. Son organizaciones que luchan por los derechos de los trabajadores y ya se sabe que la derecha nunca ha creído en ellos. Unos días antes, la señora Esperanza Aguirre, que no mueve puntada sin hilo, los puso en el frontispicio de sus ataques y los medios afines continuaron vapuleándolos con saña.
Hace veinte años yo también fui sindicalista. Durante dos años mi trabajo consistió en la organización de eventos culturales, jornadas de reflexión sobre temas educativos como el sexismo y la educación, los diseños curriculares… Pretendía llevar la formación a los cientos de profesores de Málaga. Yo no consideraba mi trabajo indigno. Ni tampoco consideraba de tal guisa el trabajo que hacían mis compañeros en el sindicato en pro de la defensa de los trabajadores/as. Y, a pesar de mi ideología, cuando hubo que hacer una huelga contra el poder, representado en ese momento por el PSOE, se hizo y fui uno de tantos sindicalistas que animaron a su participación a los compañeros de educación. Les puedo asegurar que la mayoría trabajábamos por los demás porque considerábamos que era la función que se nos había encomendado al ser elegidos por las bases del sindicato en elecciones democráticas.
Todo esto de la democracia, de la representatividad, de la defensa de los trabajadores/as… se la “refanfinfla” a la derecha, que ve en los sindicatos el lobo porque los identifican absolutamente con los actos violentos y la imposición. Todos los actos violentos deben ser repudiados, pero no hay mayor acto violento que socavar los principios de un sistema democrático atacando a las instituciones (como los sindicatos) que constitucionalmente nos representan y nos hemos dado para nosotros como baluartes de nuestra defensa.

Web oficial: http://www.moraleslomas.com/

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